En Villa Nueva, hay un lugar en donde más de 50 chicos de entre 5 y 15 años practican un deporte. En ese lugar, niños y niñas comparten el mismo equipo desde hace 3 años. Allí también algunos padres, y hasta abuelos que se animan, son bienvenidos.
Cuando uno ingresa a ese sitio los prejuicios quedan de lado, la competencia es con uno mismo, y cada nuevo raspón es una medalla más.
Se trata del Taller de Ciclismo de Villa Nueva, en donde el encargado del Área de Deporte de la Municipalidad, Raúl Suppo, disfruta mientras intenta transmitir un poco de lo que ha aprendido sobre la disciplina.
Raúl Suppo tiene 48 años y práctica Atletismo desde los 18. Jugaba al fútbol en Colón de Arroyo Cabral, pero se cansó.
Se acercó a la actividad de la mano de Guillermo Roldán y siguió creciendo junto a Antonio Ubelli, buscando logros y satisfacciones propias, en donde los buenos y los malos resultados dependiesen de sí mismo.
Desde aquella primera vez, hace 30 años, jamás dejó de entrenar. Al contrario, incursionó en especialidades pedestres como duatlones o triatlones que le permitieron conocer el mundo del ciclismo, el cual tampoco abandona desde hace algo más de 20 años.
Ahora, además, es el primero de la fila en una caravana de niños y grandes en bicicletas.
El taller, una buena alternativa
El Taller de Ciclismo nació hace 3 años como una alternativa a ofrecer. “Me incliné por el ciclismo porque contamos con el espacio ideal para el Mountain Bike como es la vera del río con subidas y bajadas, y también porque en tantos años que estoy en esto he recorrido el país y descubrí que el semillero de chicos o las escuelas son mínimos y en algunos lados directamente no existe”, expone Raúl.
El lugar de concentración fue una vieja confitería, frente al parque de Villa Nueva, que luego de ser reacondicionada se transformó en una posada para deportistas.
Suppo era consciente de que no iba a resultar fácil sumar gente a la iniciativa. “Es un deporte caro cuando las bicis se rompen, pero lo tomé como un desafío”.
Tardaron en llegar, pero se acercaron los primeros 3 chicos, de los cuales 2 ya estaban entrenando y uno competía. Pero para sorpresa de Raúl, al cabo de 4 meses ya eran 20.
“Mucho tiene que ver con el apoyo de los padres, que es fundamental para que el chico se acerque. Además mi idea inicial es que la familia lo acompañe y que se sume”.
Muchos chicos llegaron al Taller de Ciclismo, y lo siguen haciendo, provenientes de otros deportes, pero especialmente del fútbol. “Desde el baby ya existe eso de que si un niño no rinde, prácticamente no juega y pierde las ganas de hacer deporte, por eso esta es una buena alternativa”.
Para toda la familia
Orgulloso, Raúl cuenta que actualmente son más de 50 los chicos de entre 5 y 15 años, tanto de Villa Nueva como de Villa María, que participan del Taller. Pero que también, desde el año pasado se está sumando gente de mayor edad.
“Todos los días nos ven pedaleando a un grupo de 40 personas, cada uno con su camiseta, por distintas partes de las dos “villas”. Eso llama a muchos a sumarse.”
Esa idea madre con la que fantaseó en donde padres e hijos pedalean juntos, empezó a materializarse. “Hoy no solo se han sumado padres, sino que también ¡hasta abuelos! Que quieren sentirse bien, hacer una actividad al aire libre y charlar.”
El apoyo general hacia los chicos por parte de las familias lo sorprende. Principalmente porque reconoce que todo se realiza a pulmón. Para el que compite, no es fácil afrontar los gastos federativos, de inscripción y, sobre todo, los viajes, ya que muchas competencias son fuera de la provincia.
De cualquier manera, hay quienes han encontrado la forma de que no signifique un gasto para el chico, sino una inversión para la familia.
“Hoy los padres aprovechan esa salida que significa llevar al chico a competir como si fueran unas pequeñas vacaciones, porque la mayoría no puede tomárselas. Cuando compiten 5 chicos que van acompañados, somos unas 25 personas que terminamos compartiendo la actividad”.
Para competir o por placer
Se juntan de lunes a viernes, de 14.30 a 18.30. No siempre están todos los que forman parte del taller porque se entrenan según puedan en distintos horarios y dependiendo también de la exigencia.
“Cada chico tiene su horario por la escuela, entonces es raro que estemos todos juntos al mismo tiempo. Por eso aprovechamos para que los que compiten o los que simplemente lo hacen por placer, tengan su tiempo y espacio adecuado. Igualmente solemos ser 40 cada día”.
Raúl deja que disfruten el momento, sin rigurosidades de ningún tipo, porque sabe que así como hay quienes llegan de la escuela, comen, duermen la siesta antes de ir al Taller, están quienes pasan derecho a entrenar, con menos descanso y sin una buena alimentación.
“Los acompaño en bicicleta y vamos a diferentes circuitos. Les hago probar distintos terrenos, y cada uno hace un trabajo especial de acuerdo a si compite o si solo es recreativo. Los corrijo y les voy puliendo detalles”, describe sobre su trabajo.
La decisión de empezar a competir pasa por el chico y sus padres, “yo solo los preparo y les comunico si están en condiciones de hacerlo”, explica.
Más allá que no sea el objetivo principal, los frutos están a la vista. Muchos de sus pupilos generalmente ocupan puestos de excelencia en torneos a nivel Regional, y hasta tienen a una sub Campeona Argentina, la joven Julieta Sainz.
Para quienes no tienen la posibilidad de competir afuera, una vez al mes se organiza una en el Parque de Villa Nueva.
Palabras que reconfortan
Trabajar con 40 chicos arriba de sus bicicletas al mismo tiempo debe ser cansador. Pero Raúl Suppo no reniega de ello, lo disfruta. “Son mi cable a tierra después de estar toda la mañana con papeles”.
Los años le dieron la posibilidad de aprender a extraer fuerzas y ganas de seguir de cada una de las palabras que recibe sobre su querido Taller de Ciclismo.
“Según la condición económica, hay padres que vienen y me agradecen porque les saqué el chico de la calle. Pero también están los que me agradecen por despegarlo de la computadora.
Los que me dicen que ahora andan bien en la escuela porque aprendieron a comprometerse con algo. O los que me comentan que mejoraron su comportamiento porque eran introvertidos y acá se hizo de muchos amigos. Para mí es reconfortante.”
Dicen que hay un lugar en Villa Nueva en donde nadie conoce el significado de la palabra egoísmo. En ese lugar, el gordito, el petiso, el de la bici linda o el que puede ir de vez en cuando, son todos amigos. Se comenta que allí, cuando uno recién empieza, lo hacen sentir como si hiciera meses que viste esa camiseta con los colores de la ciudad. Ese sitio es el Taller de Ciclismo, y tiene las puertas abiertas.
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