Las corrientes que ahogaron
nuestro fútbol por unos 30 años parecen haberse erradicado del discurso
futbolero cotidiano.
¿La exagerada obsesión del fútbol como ciencia que pregona la bandera
bielsista? ¿La pragmática y amarrete negación a la belleza ofensiva de
Falcioni? ¿La superexposición mediática y los resultados urgentes de Caruso
Lombardi?
Se esté de acuerdo o no, claramente el fútbol argentino ha cambiado y
las ideologías bajo las que se etiquetan a los técnicos o a sus equipos son
otras.
El técnico inadaptable
La moda Bielsa genera adeptos a nivel mundial. El criticado, minimizado
y menospreciado Bielsa que dejó la Selección Argentina después del fracaso en
primera ronda del Mundial 2002, hoy levanta elogios de todos los colores tras
su periodo al mando de la selección chilena y el trabajo que actualmente lleva
adelante en el Atlético de Bilbao.
A ésta religión de la pelota, donde el rosarino es la santísima
trinidad, se lo relaciona con lo estudioso, meticuloso y minucioso de un laburo
de hormiga. Pero por sobretodo, con lo obsesivo. Muy por detrás queda la línea
que define a un DT como “muy dedicado”.
Pero todo lo que tiene de obsesivo lo tiene de rígido.
Una de las grandes virtudes de un entrenador debería ser la capacidad
para adaptarse y mostrar sus capacidades en diferentes facetas. “El Loco” no
adapta su ideología de juego a los planteles con los que cuenta, sino que
defiende su idea a rajatabla y es por eso que la elección de su próximo trabajo
le conlleva, a veces, más tiempo de estudio que el que realiza una vez que se
calza el buzo.
Escucha, estudia, bucea, conoce, analiza y recién después elige donde
trabajar.
No le quedaba ningún tipo de dudas que tenía los jugadores con las
características y cualidades que él pretende como mínimas para poder adaptar e
instalar su idea a Chile y al Bilbao.
El sagrado matrimonio que lo une la filosofía de la posesión extrema
del balón, la nula especulación y la prioridad ofensiva lo convierten en un
técnico para pocos equipos.
El DT flexible
A veces que un técnico vaya en contra de sus propios ideales no
significa que haya renunciado a ellos.
No se puede negar que Falcioni arrancó varias hojas de su manual de
estilo por darle lugar a Riquelme en su posición natural. El entorno, la
historia y el ronroneo mediático llevaron a Julio Cesar a utilizar un esquema
que incluyera a un armador por detrás y no muy alejado de los delanteros,
desplazando su dibujo táctico favorito. La figura de Riquelme ganó, casi
siempre, la pulseada contra las intenciones de convencer y convencerse de que
el equipo necesitaba otra cosa. Sin embargo, el DT campeón con un Banfield opaco,
que no brilló ni conmovió por su despliegue, que supo hacer mejor que nadie lo
que cada partido requería sin dejar ningún legado y que hoy rumbea por la B
Nacional, no renunció a su forma de ver el fútbol más allá de la presencia del
10.
Nunca le sobró oscuridad al paladar Xeneize, pero pocos fueron los
conformes con el rendimiento de un equipo que estuvo invicto durante 36
partidos y que se quedó con el Apertura 2011, la Copa Argentina y llegó a la
final de la Copa Libertadores.
A diferencia de Bielsa, más allá de los nombres y los esquemas, Falcioni
nunca dejó de pregonar el fútbol como él cree que debe jugarse. Un DT flexible
desde lo táctico pero una roca ideológica que jamás sacará la vista de su
propio arco primero, más allá de la ilusión ofensiva que pueda genera la presencia
de un enganche.
De urgencias
Una de las grandes utopías que suelen repetirse en el fútbol argentino
es el concepto de proyecto. Como la religión, proyecto es en lo que todos
creen, pero lo que pocos ejercen. Los resultados terminan siendo el pan de cada
día.
Caruso Lombardi es el antiproyecto. Pero un especialista en llevar agua
cuando los puntos queman. Sus pasos por Newell´s, Tigre, Argentinos, Racing,
Quilmes y San Lorenzo tiene cosas en común: Si no los salvó del descenso,
estuvo muy cerca de hacerlo; pero en ninguno pudo continuar con un trabajo a
largo plazo. Encontrar identidad y funcionamiento en un equipo requiere de
mucho tiempo y trabajo, pero por sobre todo, requiere de mucha más dedicación
hacia lo propio que hacia lo ajeno. Su gran virtud pasa por ser un excelente
estratega cuando de anular virtudes del rival se trata, por eso sus resultados
son altamente positivos en procesos cortos, donde dedica tanto tiempo en pos de
minimizar al contrario, que no logra desarrollar capacidades propias que puedan
sustentarse más allá de un puñado de partidos para poder continuar en el cargo
una vez logrado el objetivo impostergable.
Los jugadores deben marcar el
camino a seguir
El técnico actual debe
ser práctico y adaptable. Nadie duda que cada uno tiene una forma particular de
entender como debe jugarse a este deporte, pero una capacidad la cual no debe
faltarle a un DT es la de saber hacer prevalecer las características de los
futbolistas con los que cuenta más allá de sus ideales. El material con el que
se encuentra un entrenador debería ser suficiente para marcarle el camino a
seguir en cuanto a los conceptos y principios que su equipo va a desarrollar sin dejar de lado su ideología.
El mejor ejemplo es Gerardo Martino, que lejos de ser preso de sus propias
ideas, logró excelentes resultados, pero por sobre todo rendimientos, con dos
equipos que podrían ubicarse en las antípodas del fútbol. El Paraguay que llegó
a la final de la Copa América sin ganar un partido, práctico y lejos de querer
enamorar futbolísticamente, en contrapartida con el Newell´s que hoy pelea la
punta mientras engrosa su promedio desplegando un juego que genera envidia en
más de uno.
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