“Solo llevamos 14 años haciendo fútbol y ya tenemos un jugador en Europa”. Fernando Alba, quien fuera un gran proyecto como jugador, se encargó de convertir a Asociación Española en un gran formador y proveedor de talentos.
El villanovense Franco Jara, hoy en Benfica de Portugal, es su mayor orgullo. “Lo lleve a Racing y Boca y no quedó. Soy muy amigo de Miguel Micó, por eso fuimos a Arsenal. Apenas lo vio me dijo que iba a llegar”.
Alba lo dirigió por casi cuatro años. Por eso fue un gran apoyo para Franco cuando no jugaba o lo paseaban entre la cuarta y la reserva y se quería volver. “Hablábamos mucho por teléfono. El padre me pedía que hablara porque lo conocía y sabía cómo calmarlo, explicarle que ya le iba a llegar el momento”.
Franco es el mismo de siempre. Ni el pase a Europa, por el que el “Prado” recibirá unos 160 mil Euros, ni sus convocatorias a la selección le hicieron olvidar sus raíces. “Ha mandado camisetas, cuando viene entrena con nosotros, y hasta les regaló botines a los chicos de primera”.
Un crack que solo fue proyecto
Nació, vivió y se sintió morir futbolísticamente en Central Argentino.
Fue el club donde dio sus primeros pasos en cancha grande. A los 15 ya había asomado un par de veces en la primera.
La escasez de recursos económicos le impidió radicarse en Córdoba luego de que Belgrano lo seleccionara en una prueba. Tampoco pude quedarse en Chacarita, se volvió a la ciudad para no dejar a su madre sola.
Un volante ofensivo terriblemente habilidoso. Algunos dicen que era mejor que Daniel Ludueña (villamariense que del 80 al 93 pasó por el fútbol grande en Belgrano, Talleres, Racing e Independiente, entre otros) , con quien compartió equipo en Central. “La gente dice que yo era mejor, que pintaba para ser una gran jugador, pero los papeles son otros, el llegó y yo no”.
Jugó también en Alem, Argentino, y anduvo por Monte Maíz, Etruria, Río Tercero y Las Varillas.
De todas formas, hay algo que fue más determinante en su carrera que las gambetas y los caños. Una sanción que lo alejó por cuatro años de las canchas: Siendo jugador de Central Argentino, en el receso por el Mundial 78, tan solo aceptó la invitación de unos amigos para jugar un campeonato de barrio. “Un lunes volví a entrenar y me enteré de que el club me iba a sancionar. Mario Requena, que era el técnico, se había enojado mucho. Tenía 22 años y me impidieron jugar en cualquier liga durante 4 años”.
Quizás el castigo fue algo exagerado. O al menos así pensaron los abogados que se le acercaron a Fernando. “Pregunté cuál era el beneficio de hacerle juicio al club, y me dijeron que podía llegar a quedarme hasta con parte del club, porque era un daño muy grande que me habían hecho. Elegí dejar todo como estaba”.
Cosas del destino, ese mismo año podría haber pasado a Alem junto con Miguel Ludueña. “Me quedé porque me lo pidió Mario y él se fue. Ahí es donde lo ven en un provincial y se lo llevan al fútbol grande”.
No guardó rencor. Ni contra el club, a donde volvió siguió jugando y también se retiró a los 33, ni contra Mario Requena, a quien le tiene un afecto especial: “Fue como un padre. Él me castigó. Siempre me daba consejos. Solo tengo palabras de agradecimiento. Hoy le transmito a los pibes, lo mismo que él me transmitió a mí”.
Árbitro, DT, y el “Prado” Español
Inmediatamente abandonó el fútbol, hizo el curso de árbitro. Se recibió y dirigió afuera. Pero cuando lo designaron para jugar en la ciudad se dio cuenta que no era lo suyo. “Tenía que dirigir a gente muy conocida, incluso ex compañeros, para mí no era correcto así que dejé”.
Poco tiempo después tuvo su primera experiencia como técnico por un par de meses en el baby de Sarmiento.
Mientras empezaba y dejaba distintos cursos de técnico por cuestiones laborales, volvió a su casa. “Un ex compañero de Central, Pancho Contagtini, me ofreció dirigir el baby de Central. Estuve 6 años”. El curso lo terminó cuando lo dictó Héctor Arzubialde.
Su estadía al frente del Centralito finalizó cuando echaron de la sub comisión a un amigo suyo, Walter Torre, hoy presidente de Asociación Española.
El mismo Torre se encargó de conseguir un lugar para el fútbol en una institución en donde abundaba el frontón y el tenis criollo.
“Empezamos de cero. Muchos chicos me siguieron de Central. No había infraestructura, nos prestaban canchas”.
Hoy, “El Negro” Alba maneja todo el fútbol del “Prado”. Dirige desde inferiores a primera, y si bien con el baby quedó Luis Rodríguez, siempre se hace tiempo para estar ahí.
Formando talentos
“El baby y las inferiores me han dado muchas satisfacciones”.
Cuando Fernando habla de satisfacciones, no se refiere tanto a títulos sino al hecho de haber convertido al “Prado” en un verdadero yacimiento de talentos.
“Franco Jara empezó el baby con el padre y llegó a nosotros con 13 años hasta los 17. Seis jugadores nuestros de clase 92 a 95 hoy están en Belgrano. También seis se están probando en Newell´s y tienen que volver en estas semanas. A un clase 2000 lo quiere River pero le dije que todavía es muy chico para irse. Además tengo un chico de 15 años jugando en primera que cuando quiera irse, ya tiene varias opciones”.
La diferencia con cualquier otro club que apueste a formar jugadores son varias, pero hay una básica: “Mostramos al jugador. Si tiene suerte que le dé para adelante. No está ese egoísmo de tapar un jugador para que juegue siempre con nuestra camiseta”.
Claro que para eso, los contactos y las amistades del “Negro” son fundamentales. Racing, Belgrano, Miguel Micó y empresarios conocidos, son algunos de los nombres de la “familia” futbolística de Alba, quien revela que más de una vez le han ofrecido dinero por un jugador, a lo que siempre responde: “¿Qué hay para el club?”.
Alba (a la derecha) al frente de uno de los equipos del "Prado" que integró Franco Jara (Abajo al centro) |
Un docente del fútbol
Fernando se erigió como un docente del fútbol, pero con un manual al que no todos recurren cuando de baby se trata.
Algún pasaje de la Dinámica de lo Impensado de Dante Panceri trae a escena cuando asegura que su clave es que el chico conserve el sentido de la diversión.
Hay cosas en el fútbol que son innatas. La picardía y la viveza no pueden enseñarse, se adquiere en el potrero, entre amigos. Por eso Fernando sostiene que el peor daño que se le puede hace al chico en el baby es restringir su creatividad. “No comparto eso de decirle que se tiene que parar en tal lugar de la cancha o que no tiene que hacer tal jugada. No se lo debe estructurar tanto”.
Lo fundamental es que juegue, en el sentido lúdico de la palabra. “Cuando el chico se divierte le salen cosas que antes no le salían. ¡No puede ser que no se animen a tirar un caño porque creen que si la pierden lo van a retar!”.
Hay otra cosa que considera fundamental. “Hay que hacerles entender a los padres que el baby fútbol es como el jardín de Infantes. Allí no le exige notas a sus hijos, lo lleva para que se divierta”. Algo de razón debe tener, sus logros están a la vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario