jueves, 21 de abril de 2011

Para LLEGAR hay que SUFRIR


Giuliana Piva, a sus cortos 17 años, es una de las grandes promesas del atletismo nacional en lanzamiento de Martillo. Ejerce un dominio casi absoluto en los distintos campeonatos a nivel país y ya tuvo varios podios internacionales. En su categoría, está en la cima del ranking Sudamericano. Pero detrás de sus logros y records, hay un esfuerzo inmenso por poder desarrollar la actividad en la ciudad.



(Foto:MundoD)
A los 13 años Giuliana Piva se encontró con el atletismo por primera vez. Corría en el “Poli” regularmente porque su padre quería que haga alguna actividad, hasta que un día Juan Saires se acercó a ella. “Me vio correr y vio mi físico por eso se interesó en que me sumara a su grupo de atletismo”. 


No conocía absolutamente nada de las más de 20 disciplinas, y el hecho de terminar lanzando Martillo no fue elección propia: “Primero probé lanzar Jabalina porque me gustaba, pero no viajaba más de 5 metros. Me probé con todo y terminé haciendo lo único que no me gustaba, lanzamiento de Martillo, porque fue en lo que mejor resultados obtuve”.

Apenas una semana después, casi como faltándole el respeto al transcurso del tiempo, tuvo sus primeras competencias locales y provinciales, y los resultados fueron sorprendentes. Tanto así, que allí logró la marca mínima para al fin de semana siguiente decir presente en su primer torneo Nacional, que según recuerda, “fue un bochorno, salí última cómoda, pero en menos de un mes pasé de no conocer el deporte, a ir a competir representando a la provincia”.
Quizás nadie hubiera imaginado, y mucho menos Giuliana, que esa primera experiencia que estuvo marcada por la inconsciencia propia de quien no conoce sus límites, sería la base de una carrera altamente ascendente que hoy con 17 años, y desde aquel no tan lejano 2006, transita en este deporte que, según dice, enseguida aprendió a amar. 

Los resultados como combustible al esfuerzo

“En un deporte tan duro, en donde hay que entrenar un montón, si no tenés una motivación es fácil bajar los brazos rápido.
Apenas empezó el 2007 salí campeona Nacional de mí categoría, pero además competí en todas las otras más grandes, porque me daban las marcas.
Nunca perdí un torneo Villamariense, y en los provinciales igual, además allí es donde se exige una marca mínima que hay que lanzar para clasificar al Nacional. Desde que empecé, siempre  clasifiqué a todos los nacionales en todas las categorías y gano siempre pero ahora ya no con tanto margen como antes. El tema es que no hay tanta competencia en el país. Este año gané hasta el nacional de mayores.
Mi primera competencia internacional fue un evaluativo para los juegos olímpicos en Brasil en  donde salí segunda. Nunca sufrí tanto de los nervios como ese día.
El año pasado fui a un Grand Prix Sudamericano en Colombia y salí primera. Y fui a un Torneo Sudamericano en Chile y salí segunda.
En cuanto a los records, en el ranking sudamericano de menores estoy primera. En juveniles segunda. Y en el ranking absoluto de argentina, que abarca todas las categorías, estoy tercera. 
Es tan exigente este deporte, que uno siempre necesita un envión que te demuestre que vale la pena seguir. Y en mi caso, los resultados son fundamentales.”


Giuliana, a la izquierda, en uno de sus tantos podios
Entrenar, una proeza

La cara se le transforma, se le frunce el entreseño y ya se denota, antes que suelte palabra alguna, una especie de bronca acumulada que choca con la impotencia de no poder hacer nada al respecto. “Uno de los grandes problemas que tengo es que entrenó en el polideportivo“.
Un entrenamiento, tanto para a Giuliana como al resto de los atletas locales, es sinónimo de hazaña: “Se hace imposible entrenar porque, por ejemplo, la gente va a caminar y deja a sus hijos chiquitos dando vuelta por todo el campo. No queremos que no lo usen, pero que tengan ciertos cuidados.
Uno se acerca a pedirle bien a la gente, les comento que lanzo martillo, que necesito entrenar porque me estoy preparando para representar al país, y la respuesta siempre es la misma ´no me corro porque es público´. No puedo lanzar sabiendo que hay grandes posibilidades de golpear a alguien. Llega un punto que uno se pregunta para qué tanto esfuerzo. Represento a Córdoba, a Argentina, y no tengo un lugar para entrenar como la gente”.
El deporte tiene semejante grado de desvalorización que quizás no cueste tanto entender lo que sucedió para el fin de semana del Festival de Peñas. ¡El “Poli” se transformó en estacionamiento! “Fue una falta de respeto para todos los que intentamos darle el uso que verdaderamente tiene”, se queja, con total razón, Giuliana, que además cuenta la pequeña luz de esperanza que tienen con respecto al futuro, “la UNVM está construyendo una pista de atletismo, ¡Pero faltan 2 años! Hoy estoy en mi mejor momento y capaz de dentro de 2 años no sea lo mismo.”


En pleno entrenamiento

Un apoyo inexistente

El sacrificio de su mamá, en la aventura de poder conseguir el dinero necesario para que su hija siga haciendo lo que le gusta es tan o más grande como el que Giuliana debe hacer en el gimnasio.
“Mi mamá se mueve mucho para buscar apoyo en sponsor, y nunca lo hubo. Recién cuando volví del Sudamericano en Brasil, ahí pudo conseguir algo mínimo. Tuve que conseguir salir del país para poder conseguir algo de apoyo. Cuatro años me costó, mientras tanto no hubo nada. El año pasado tuve una beca de la provincia de 300 pesos, que me sirven para muy poco teniendo 
La municipalidad dio un subsidio. No por mes, sino uno solo para todos. No queda otra que conformarse, porque es mejor que nada. Pero no alcanza”.
Otra vez la resignación es el sentimiento que reflejan sus ojos, pero esta vez a diferencia de la posibilidad de entrenar mejor en una pista nueva, acá no se vislumbran destellos de esperanza de cambio: “Voy a hacer atletismo toda mi vida porque me encanta, pero tengo que ser realista. Sé que nunca podría vivir del atletismo porque de esto se acuerdan cada 4 años”.

Probablemente nada cambie y Giuliana lo sabe. Es por eso que, tal como lo viene haciendo, va a seguir transitando su propio camino. Entrenando, renegando y, por sobre todo, esforzándose como si fuera la última vez. O, mejor dicho, como si fuera aquella primera vez en la que lanzó ese martillo sin saber concretamente qué estaba haciendo, sin esperar nada a cambio, tan solo con el sueño de que viaje cada vez más lejos.

1 comentario:

  1. mui buena nota los felicito a ambos muy cierto lo que decis giuliana y vos damian un groso yo estoy estudiando periodismo y la giuli tmb asi qe somos compañeros algun dia me gustaria redactar una nota asi un grande loco nos vemos! diego godoy

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