Constantemente buscando escalar algún metro
más en ese empinado camino hacia los sueños, pero valorando y disfrutando cada
tramo como si pudiera ser el último, a sus cortos 24 años el villamariense
Alexis Elsener se ganó un lugar en la élite del básquet argentino. El sacrificio detrás
del jugador y la madurez que acompañó a su persona.
Tenía 16
años cuando recibió el primer golpe de una carrera que aún no había iniciado.
Después de haber entrenado unas semanas en Atenas, Diego Lifschitz, por entonces
técnico de las inferiores del griego, le dijo: “Ya te vamos a llamar”.
“No soy
pavo, sabía que no me iban a llamar nunca más. Estaba re caliente”, recuerda
Alexis Elsener, quien en ese momento defendía la camiseta de Ameghino. La
situación lo marcó, y fue su primer aprendizaje.
Alexis
comenzó a jugar al básquet en Asociación Española. Tuvo un paso por Sparta y a
los 14 llegó a Ameghino. No tardó en sobresalir. “A los 13 años fui goleador
del campeonato y le saqué 200 puntos al que me seguía. Pero, igual que ahora,
era un jugador sin fundamentos, de correr todo el tiempo, con más actitud que
otra cosa”.
Recuerda
rivales, equipos, fechas, resultados y situaciones particulares de cada momento
que pasó jugando en Villa María, como un pibe de los tantos que sueñan con
llegar.
-¿Disfrutaste esa etapa?
-“Mucho, la
verdad que mucho. Porque estaba con amigos y lo nuestro no terminaba en el
club. Asados, juntadas, trasnochadas y después ir a jugar. Fue una etapa muy
linda que por suerte aproveché mucho mientras duró, porque a los 17 me tocó
despegarme de mis amigos”.
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Asociación Española. Alexis, el rubio agachado. |
Es que las
buenas actuaciones en los Torneos Provinciales con la entidad de la calle San
Juan, llevaron a que distintos clubes de la provincia posaran sus ojos en él.
Eligió Unión Eléctrica (S.U.E.).
“Tenía mucho
miedo. Tenía que afrontar 6to año en el Rivadavia, el sacrifico de viajar todos
los días era enorme, pero me quería recibir con ellos. Fueron fundamentales. Me
dormía en el colegio, era muy difícil, pero me sentía bien haciéndolo, no
quería abandonar mi sueño”. Ese año, fue elegido como el mejor jugador de la
Asociación Cordobesa de Básquetbol.
Atenas
volvió a cruzarse en su camino muy poco tiempo después, y la situación le
terminó de dar una lección que había empezado unos años atrás: “Uno de los
primeros partidos en Unión Eléctrica fue contra Atenas. Les metí 27 puntos.
Antes de irme de la cancha Lifschitz me quería convencer de jugar para ellos.
`No, ahora no. Le di mi palabra a S.U.E.´, le dije. Me moría de ganas de ir,
pero mi palabra estaba por sobre todo”.
Si, podía
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En Nacional Monte Hermoso |
El surco que
las lágrimas marcaron en su cara en medio de la terminal de Buenos Aires
después de haber sido el último desafectado de la Selección Argentina sub 18, podría ser
uno de esos momentos para olvidar. Pero Alexis lo recuerda con una sonrisa,
porque la experiencia le demostró que iba por el camino correcto. “Fui citado
como número 42, el último. Todos eran de equipos de Liga menos yo. Viajé a Buenos Aires a entrenar varias veces, iba pasando cortes y me di
cuenta que estaba a la altura de los otros. En ese momento fue donde hice un
clic y me dije a mi mismo: `¿Porque yo no puedo?´”, evoca Alexis, quien asegura que de no ser
jugador, hubiese estudiado Abogacía.
Sí, podía. Y
fue el día de su cumpleaños, el 23 de febrero, cuando recibió un llamado que se
lo confirmó. El entrenador de Nacional Monte Hermoso lo quería. Era la primera
posibilidad de jugar profesionalmente, pero también una decisión difícil de
tomar. “Tenía que irme a Bahía Blanca. Eran 800 kilómetros lejos de todo.
Después de 2 años en Unión Eléctrica, decidir apostar y fui”.
La apuesta
dio en un pleno. Debutó en la Liga Nacional de Básquet y en la próxima su
equipo descendió al TNA. Pero la experiencia personal estuvo lejos de ser mala.
“Me sirvió para darme cuenta que tenía nivel para estar en ese lugar”.
No solo
logró ascender en la temporada siguiente, sino que terminó de consolidarse como
jugador al salir goleador de la competencia.
Un salto de calidad
Eran cerca
de las 9 de la mañana y estaba durmiendo en la concentración durante las
semifinales con Monte Hermoso cuando el teléfono lo despertó. “Hola Alexis, te
habla Julio Lamas”. El técnico de la Selección Argentina de Básquet acababa de
confirmar su arribo a Obras, estaba armando su plantel y lo quería a él.
Su estadía
de dos temporadas en Obras incluyó un Campeonato Sudamericano, un sub
campeonato de Liga, y el premio a jugador de mayor progreso de la LNB. También fue convocado para los Juegos Panamericanos, de
los que participó, y en cuya preparación vivió la experiencia de enfrentarse a
Ginobili y el resto de los monstruos de la Generación Dorada.
Las idas y
vueltas del deporte, lo sitúan hoy en el mismo lugar donde buscó iniciar este
camino hace 8 años atrás: Atenas.
“No me gustó
irme de Obras, pero es una apuesta deportiva que hago para poder volcar todo lo
que aprendí en estos años, en el club que uno nace mirando cuando agarra una
pelota de básquet en cualquier parte de Córdoba. Para mi es un sueño jugar ahí,
que me llamen, que me busquen. Crecí como jugador pero todavía no pude
explotar. Quiero dejar de ser una promesa y ser una realidad. Por eso siento
que el momento de jugar en Atenas es ahora”.
Detrás del profesional
“Realmente
admiro a los que juegan acá en Villa María. Siempre le digo a mis amigos que
ellos son realmente profesionales, porque trabajan, estudian y en el momento que
podrían descansar, sin tener nada que los obligue a ir a entrenar como a
nosotros, son las 11 de la noche y están cagándose de frio en la cancha, no
faltan nunca. Realmente juegan por amor y porque sienten la camiseta con la
misma responsabilidad que yo”.
La reflexión
pinta lo que hoy es Alexis Elsener. Un pibe maduro, humilde, que se terminó de
formar como persona dentro de una cancha.
Hasta el
momento, el básquet le dio más de lo que pudiera haber imaginado a esta edad.
Pero sus ojos parecen humedecerse cuando cuenta lo que queda atrás por salir
corriendo tras una pelota.
“Muchas
veces dicen que somos privilegiados. Seguramente tienen razón. Pero casi nadie
ve lo que hay atrás. Yo no tengo cumpleaños, casamientos ni feriados desde hace
años. Hace un tiempo, mi vieja cumplió 25 años en el colegio Rivadavia. Estaba
toda mi familia para aplaudirla. Y yo no. Yo no estuve ahí. Tampoco en la
promoción de mis hermanos más chicos. A veces se es injusto con el jugador
profesional. Pero no me quejo, quizás me siento mal un ratito. La vida del
deportista es muy corta y yo quiero ser mejor cada día. Por eso tengo que
seguir sacrificando muchas cosas. Al fin y al cabo, es lo que elegí, y si no me
exijo yo, ¿quién lo va a hacer?”.
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