miércoles, 4 de julio de 2012

Alexis Elsener: Sueños y realidades


Constantemente buscando escalar algún metro más en ese empinado camino hacia los sueños, pero valorando y disfrutando cada tramo como si pudiera ser el último, a sus cortos 24 años el villamariense Alexis Elsener se ganó un lugar en la élite del básquet argentino. El sacrificio detrás del jugador y la madurez que acompañó a su persona.

Tenía 16 años cuando recibió el primer golpe de una carrera que aún no había iniciado. Después de haber entrenado unas semanas en Atenas, Diego Lifschitz, por entonces técnico de las inferiores del griego, le dijo: “Ya te vamos a llamar”.
“No soy pavo, sabía que no me iban a llamar nunca más. Estaba re caliente”, recuerda Alexis Elsener, quien en ese momento defendía la camiseta de Ameghino. La situación lo marcó, y fue su primer aprendizaje.
Alexis comenzó a jugar al básquet en Asociación Española. Tuvo un paso por Sparta y a los 14 llegó a Ameghino. No tardó en sobresalir. “A los 13 años fui goleador del campeonato y le saqué 200 puntos al que me seguía. Pero, igual que ahora, era un jugador sin fundamentos, de correr todo el tiempo, con más actitud que otra cosa”.
Recuerda rivales, equipos, fechas, resultados y situaciones particulares de cada momento que pasó jugando en Villa María, como un pibe de los tantos que sueñan con llegar.

-¿Disfrutaste esa etapa?
-“Mucho, la verdad que mucho. Porque estaba con amigos y lo nuestro no terminaba en el club. Asados, juntadas, trasnochadas y después ir a jugar. Fue una etapa muy linda que por suerte aproveché mucho mientras duró, porque a los 17 me tocó despegarme de mis amigos”.

Asociación Española. Alexis, el rubio agachado.
Es que las buenas actuaciones en los Torneos Provinciales con la entidad de la calle San Juan, llevaron a que distintos clubes de la provincia posaran sus ojos en él. Eligió Unión Eléctrica (S.U.E.).
“Tenía mucho miedo. Tenía que afrontar 6to año en el Rivadavia, el sacrifico de viajar todos los días era enorme, pero me quería recibir con ellos. Fueron fundamentales. Me dormía en el colegio, era muy difícil, pero me sentía bien haciéndolo, no quería abandonar mi sueño”. Ese año, fue elegido como el mejor jugador de la Asociación Cordobesa de Básquetbol.
Atenas volvió a cruzarse en su camino muy poco tiempo después, y la situación le terminó de dar una lección que había empezado unos años atrás: “Uno de los primeros partidos en Unión Eléctrica fue contra Atenas. Les metí 27 puntos. Antes de irme de la cancha Lifschitz me quería convencer de jugar para ellos. `No, ahora no. Le di mi palabra a S.U.E.´, le dije. Me moría de ganas de ir, pero mi palabra estaba por sobre todo”.

Si, podía

En Nacional Monte Hermoso
El surco que las lágrimas marcaron en su cara en medio de la terminal de Buenos Aires después de haber sido el último desafectado de la Selección Argentina sub 18, podría ser uno de esos momentos para olvidar. Pero Alexis lo recuerda con una sonrisa, porque la experiencia le demostró que iba por el camino correcto. “Fui citado como número 42, el último. Todos eran de equipos de Liga menos yo.  Viajé a Buenos Aires a entrenar  varias veces, iba pasando cortes y me di cuenta que estaba a la altura de los otros. En ese momento fue donde hice un clic y me dije a mi mismo: `¿Porque yo no puedo?´”,  evoca Alexis, quien asegura que de no ser jugador, hubiese estudiado Abogacía.
Sí, podía. Y fue el día de su cumpleaños, el 23 de febrero, cuando recibió un llamado que se lo confirmó. El entrenador de Nacional Monte Hermoso lo quería. Era la primera posibilidad de jugar profesionalmente, pero también una decisión difícil de tomar. “Tenía que irme a Bahía Blanca. Eran 800 kilómetros lejos de todo. Después de 2 años en Unión Eléctrica, decidir apostar y fui”.
La apuesta dio en un pleno. Debutó en la Liga Nacional de Básquet y en la próxima su equipo descendió al TNA. Pero la experiencia personal estuvo lejos de ser mala. “Me sirvió para darme cuenta que tenía nivel para estar en ese lugar”.
No solo logró ascender en la temporada siguiente, sino que terminó de consolidarse como jugador al salir goleador de la competencia.

Un salto de calidad

Eran cerca de las 9 de la mañana y estaba durmiendo en la concentración durante las semifinales con Monte Hermoso cuando el teléfono lo despertó. “Hola Alexis, te habla Julio Lamas”. El técnico de la Selección Argentina de Básquet acababa de confirmar su arribo a Obras, estaba armando su plantel y lo quería a él.
Su estadía de dos temporadas en Obras incluyó un Campeonato Sudamericano, un sub campeonato de Liga, y el premio a jugador de mayor progreso de la LNB. También  fue convocado para los Juegos Panamericanos, de los que participó, y en cuya preparación vivió la experiencia de enfrentarse a Ginobili y el resto de los monstruos de la Generación Dorada.
Las idas y vueltas del deporte, lo sitúan hoy en el mismo lugar donde buscó iniciar este camino hace 8 años atrás: Atenas.


“No me gustó irme de Obras, pero es una apuesta deportiva que hago para poder volcar todo lo que aprendí en estos años, en el club que uno nace mirando cuando agarra una pelota de básquet en cualquier parte de Córdoba. Para mi es un sueño jugar ahí, que me llamen, que me busquen. Crecí como jugador pero todavía no pude explotar. Quiero dejar de ser una promesa y ser una realidad. Por eso siento que el momento de jugar en Atenas es ahora”.

Detrás del profesional

“Realmente admiro a los que juegan acá en Villa María. Siempre le digo a mis amigos que ellos son realmente profesionales, porque trabajan, estudian y en el momento que podrían descansar, sin tener nada que los obligue a ir a entrenar como a nosotros, son las 11 de la noche y están cagándose de frio en la cancha, no faltan nunca. Realmente juegan por amor y porque sienten la camiseta con la misma responsabilidad que yo”.
La reflexión pinta lo que hoy es Alexis Elsener. Un pibe maduro, humilde, que se terminó de formar como persona dentro de una cancha.
Hasta el momento, el básquet le dio más de lo que pudiera haber imaginado a esta edad. Pero sus ojos parecen humedecerse cuando cuenta lo que queda atrás por salir corriendo tras una pelota.
“Muchas veces dicen que somos privilegiados. Seguramente tienen razón. Pero casi nadie ve lo que hay atrás. Yo no tengo cumpleaños, casamientos ni feriados desde hace años. Hace un tiempo, mi vieja cumplió 25 años en el colegio Rivadavia. Estaba toda mi familia para aplaudirla. Y yo no. Yo no estuve ahí. Tampoco en la promoción de mis hermanos más chicos. A veces se es injusto con el jugador profesional. Pero no me quejo, quizás me siento mal un ratito. La vida del deportista es muy corta y yo quiero ser mejor cada día. Por eso tengo que seguir sacrificando muchas cosas. Al fin y al cabo, es lo que elegí, y si no me exijo yo, ¿quién lo va a hacer?”.

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