martes, 24 de julio de 2012

Fernando Arce: Con Alumni como sea


En el fútbol, la pasión no sabe nada de distancias. Los colores no se destiñen con el tiempo y las ausencias. Los sacrificios, muchas veces, tienen recompensa. Si no pregúntenle a Fernando Arce, un símbolo de la hinchada de Alumni que hizo más de 7 mil kilómetros porque no podía estar ausente cuando su equipo jugara la promoción.

Es 15 de Abril, última fecha del Torneo Argentino A 2011/2012. Alumni batalla en Rosario obligado a ganarle a Tiro Federal, y con la necesidad de que Unión de Sunchales pierda como local con Juventud Antoniana de Salta para no descender. Necesita un milagro. A más de 7 mil kilómetros de ahí, el Enano no puede laburar de la angustia y los nervios que lo inmovilizan. Tiene la oreja pegada al teléfono. De otro lado de la línea, el celular pegado al parlante de la radio.
Alumni gana 1 a 0 y Unión de Sunchales cae por 3 a 2. El fortinero se salva y deberá jugar una promoción. El Enano no puede parar de llorar. Lo hizo durante todo el segundo tiempo.
El 20 de Junio va a estar ahí, en la tribuna. Donde sea que juegue Alumni. Se lo promete. Como lo hizo en 2010 cuando el club jugó la primera de sus 3 promociones consecutivas.
Fernando Arce dejó la tribuna de cemento de la Plaza Ocampo hace 14 años. Se fue para Estados Unidos sin trabajo, en búsqueda de un mejor porvenir. Desde pibe, con 8 años, ya formaba parte de la Bandita de Alumni. Hoy vive en Orlando, es albañil, y lo que más extraña es su querido Alumni. “Pensé que me iba a acostumbrar, pero no. No te acostumbras nunca, fuera por mí, viviría acá. Alumni me tira mucho”, suelta.

“Estar en las malas tiene otro sabor”

En la tribuna de cemento de Plaza Ocampo
“Acomodé las fechas para venir a ver Alumni. Hacía 8 meses que no venía y al principio estuve 11 años sin venir, y ahora vengo unas 2 o 3 veces por año a ver a la familia. Tenía que elegir un momento, y a mi me gusta aparecer cuando Alumni está en las malas. No sé, es más rico, se saborea más”.
Fernando es un emblema entre los hinchas de Alumni. Tenía 8 años cuando se enamoró de estos colores y se sumó a la Bandita. “Fui parte de la primera Bandita, era el más chico, me agarraban de mascota y viajaba a todos lados”, recuerda.
Su lugar en la tribuna de cemento es siempre el mismo, esperando que algún día vuelva. “Me encontré con muchos chicos nuevos, pero me agradó porque me respetaron, más allá que no me conocen, seguro otros le han contado”. Seguro les han contado de todo lo que laburó por ir atrás del equipo. Como cuando el club estaba en la Liga Cordobesa y se colaban en la capota del tren, con bombos y todo, para irse hasta Córdoba. O aquel viaje a La Rioja en un colectivo que se les paró a mitad de camino y los obligó a viajar en el techo los últimos kilómetros por el calor que hacía. Coparon la tribuna cuando la gente se iba para festejar que el equipo había ganado. “No soy un tipo de plata, al contrario, se trata de corazón. Me tuve que ir cuando Alumni llegó al Argentino B”, se lamenta.

Con Alumni como sea

Las distancias parecen recortarse, aun que sea muy poquito, con la posibilidad de seguir un partido por radio en Internet. Pero hace 14 años, la cosa era bien distinta. “Mis padres me ponían el teléfono al lado de la radio y yo allá lo pongo en altavoz. Lo sigo haciendo cuando me toca trabajar el día de partido”, cuenta Fernando, cuya hija y nieta también viven en el país del norte.
Incluso, semejante locura por los colores rojo y blanco, terminó por contagiar a su entorno. “Tengo muchos amigos allá que son de distintos lados, como Honduras y demás. Y todos los domingos me preguntan, `¿Jugamos hoy?´, porque siempre que juega Alumni y no trabajamos, hay asado. Nos juntamos y ponemos el partido al mango. Hasta un amigo uruguayo me dijo que siguió el partido de Roca por Internet, y yo estaba acá. Se hicieron hinchas también, si en Florida ni si quiera hay fútbol”.
No habrá distancia que lo separe del amor por el club, por eso intenta mantenerse al tanto de todo lo que pasa. Pero a él, la realidad institucional que vive la institución, no lo sorprende. “Hablo por teléfono con ex dirigentes, o amigos, que me cuentan lo que está pasando. Cuando llegué todos hablaban del problema de dinero. ¿Cuándo Alumni tuvo plata? ¡Si nunca la hubo! Al menos hoy tienen un predio. Somos un club pobre, con huevos y futbolero”, más claro, imposible.

Unos mil kilómetros más

 “Vamos donde sea, hay que alentar a Alumni donde sea”, les decía el Enano al resto apenas llegó. Acababa cruzar el continente de una punta a la otra y al llegar se enteró que el rival era Deportivo Roca de Río Negro, a 1078 kilómetros de Villa María.
“Los vi a todos, hinchas y dirigentes, muy bajoneados, sin ánimos. Cómo que se habían resignado a que el descenso llegaba. Incluso se habían ido varios jugadores y no había plata. Intenté levantar un poco al grupo, porque yo sabía que no pasaba nada”.
En General Roca fueron 40 hinchas los que presenciaron el 2 a 2. Arce, y unos 20 más, fueron en trafic. “No llegamos a completar un colectivo. El resto era de afuera; Oncativo, Las Varillas, que fueron en sus autos y nos cruzaron en la ruta”, cuenta Fernando, de 46 años, que asegura aún no saber una palabra en ingles.

La bandita de Alumni

“La promoción, la promoción, se va a la…”

Es domingo 24 de Junio al medio día y Alumni no juega, sufre, el partido de vuelta de la Promoción. El 1 a 1 lo deja en el Argentino A por la ventaja deportiva. Los últimos minutos son para el infarto. El Enano mira a su alrededor y ve a la gente llorar. Como cada vez que le alcanzan las monedas, o la albañilería le da un respiro, vuelve a estar en las malas. “He visto mucha gente llorar cuando terminó el partido. Esto es peor que una final por un título, acá te quedás o te vas”, asegura, y sueña: “Ojalá la próxima vez que venga sea para verlo en una final, pero de las otras. No es imposible, Sportivo Belgrano estuvo cerca, solo que ellos pierden finales, nosotros no”.
Cumplió. Hoy está en Orlando otra vez y dejó la ciudad con la sensación del deber cumplido por haber aportado lo suyo para que “el equipo se quede donde debe estar”. “¿Qué más necesita Alumni para demostrar que es de esta categoría? Dejamos en claro que podemos estar bajos futbolísticamente, pero huevos nos sobran”. Por si no quedó claro, antes de irse, desafía: “Si no, nombrame otro equipo que haya ganado 3 promociones seguidas para mantener la categoría”, se ríe, porque sabe la respuesta. 

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