martes, 15 de enero de 2013

Refuerzos que no refuerzan


La llegada de Héctor Arzubialde a la conducción técnica de Alumni buscaba generar un cambio futbolístico en un equipo que había ganado solo uno de doce encuentros.
Luego de dirigir durante tres partidos, el técnico desafectó del plantel a 6 jugadores, de los cuales 5 habían llegado a inicio de temporada como “refuerzos”.


El armado de un plantel, en éste caso el de Alumni, cuando una temporada futbolística está pronta a comenzar, no resulta una tarea sencilla si una dirigencia, que en ese momento no era tal, maneja uno de los presupuestos más bajos de la categoría, debe levantar inhibiciones y pagar los sueldos atrasados, y se trata de un grupo de jugadores que lograron salvarse del descenso por ventaja deportiva ya que no vencieron a un equipo de la categoría inferior después de dos partidos.
Se necesita mucho, con poco. Bueno, pero barato. Con rendimiento de primera, pero con sueldo de segunda mano. Por canje, a préstamo o regalado. Cómo sea. Y así fue.
José Manuel “Pistola” Vázquez, a quien se le confió la continuidad en el cargo luego de mantener al equipo en el Argentino A, tuvo la compleja misión de resolver el crucigrama que significó la búsqueda, elección y selección de los refuerzos para la actual temporada.


Repasemos. Volvió un conocido de la casa como Carlos Herrera luego de un préstamo, y apenas convirtió un gol como para no desentonar con los otros delanteros.
Llegaron 3 jugadores desde Belgrano de los que Alumni solo se tenía que hacer cargo del 50% de lo que cobran. Dos de ellos jóvenes, casi sin experiencia en planteles profesionales como David Altuna y Patricio Berardo, y uno con muchas más marcas sobre la espalda como Mariano Aldecoa, de quien se esperaba fuera una solución para muchos problemas. Paradójicamente, fueron los dos primeros quienes lograron ser regulares en un buen nivel, mientras que del tercero nunca se supo cuál era su verdadera identidad porque su rendimiento fue un constante subibaja.
Los delanteros Federico Amaya y Julián Alarcón nunca sumaron minutos considerables en el plantel superior, apenas si ocuparon el banco de suplentes en escasas ocasiones por lesiones o por no convencer futbolísticamente.
Maximiliano Ortiz jugó un encuentro como titular y lo hizo con un buen rendimiento, pero nunca le dieron continuidad por el nivel de los otros centrales.
Ezequiel Campos llegó como parte de la transferencia de Román Strada. Es volante central, pero el propio jugador reconoció haber pasado por todos los puestos de la defensa. La jugada le salió mal, porque fue un comodín, lo pasearon por varias posiciones y no convenció en ninguna.
Alejo Gelatini y Emiliano López tuvieron minutos e incluso en alguna oportunidad titularidad, pero estuvieron lejos de lo que se esperaba de un jugador que tuvo paso por primera división y de otro que venía de ser goleador en el Argentino B.
A Diego Torres casi siempre le tocó saltar desde el banco para reemplazar a Juan Aimar y con la misión de conectar al mediocampo con los delanteros, pero con poco tiempo en el cronómetro y en los momentos en que Alumni necesitaba imperiosamente llegar al gol, por encontrarse abajo en el marcador o por no poder dar dos pases consecutivos. Muchos nos quedamos con ganas de verlo compartir el terreno con el “Zapallito”.
Ignacio Amarilla, Ariel Mascambroni y Emir Basabe, al igual que los 2 pibes de Belgrano, fueron los únicos llegados a principio de temporada que consiguieron mantener un gran nivel futbolístico cada vez que pisaron el césped.
Resumiéndolo con números, solo 5 de los 13 jugadores que “Pistola” Vázquez trajo fueron verdaderamente refuerzos. El resto, apenas incorporaciones.

Arzubialde para depurar

Apenas llegó, Héctor Arzubialde dejó en claro que los tres partidos que tenía por delante previo al parate de verano serían para evaluar y conocer el material con el que contaba. Lo que no muchos imaginaban era que luego de esa evaluación decidiría no contar para lo que queda del torneo con 6 jugadores.
Ortiz, Aldecoa, Amaya, Alarcón, Campos y Joaquín Lencinas. Salvo por el “Gallo”, el resto apenas se llegó a acomodar luego de unos meses en la ciudad.
Ahora, ¿Vale la pena traer 13 jugadores a principio de temporada para luego, casi a la mitad de ellos, dejarlos sin trabajo 4 meses más tarde? ¿No sería mejor cambiar calidad por cantidad al momento de incorporar? La necesidad de acotar el presupuesto, ¿tuvo que ver en la decisión de prescindir de cierta cantidad de jugadores?
En el primer párrafo de ésta nota se hallan buena parte de las respuestas sobre las limitaciones con las que inició el año futbolístico Alumni y nadie duda que por antecedentes el Fortinero debe ser uno de los clubes menos apetecibles de la categoría en un mercado de pases. (Alumni no es la plaza más seductora”, reconoció por estos días el actual DT).
Algunos cesanteados, como Aldecoa o Campos, podrían verse hasta como lógicos por sus rendimientos en relación a las posibilidades que tuvieron. Pero porqué cortar a jugadores que tuvieron pocas o nulas posibilidades de jugar y demostrar, u otros que habían dejado la huella de que estaban a la altura, como Ortiz que tuvo un partido como titular con un buen rendimiento. “Con algunos no he podido llegar a tomar realmente una evaluación porque no han tenido minutos en cancha, ya sea por lesiones o suspensiones y no he podido verlos como se merecen”, se sinceró Héctor.A Amaya o Alarcón los vio “con ganas”, pero reconoció que “quizás necesito otra cosa”. Además, desafectar a Lencinas, un jugador que hace años es titular como lateral por derecha dejó al descubierto un hueco que será bastante difícil de cubrir en ese sector, sobre todo con Hugo Yocca lesionado.
Queda en claro que este a este equipo lo armó Vázquez y no Arzubialde, y que, ante esto, el actual DT ve la necesidad y obligación de depurar un grupo que ganó dos encuentros en 17 presentaciones y está penúltimo en su zona. “El plantel que armo a principio de temporada, salvo que haya algo grave en el medio, es el que comienza y termina un campeonato, pero esta situación es diferente”, dijo al respecto.
Ahora, el técnico tendrá la posibilidad de sumar a 2 jugadores para la última parte del torneo intentando encontrar lo que no se halló hasta el momento: rendimiento en los puestos del carril derecho y gol.
Pero la depuración de un equipo, no solamente implica borrar a aquellos jugadores que el técnico considere que no le van a servir para lo que pretende futbolísticamente e intentar incorporar soluciones, sino que además una segunda parte conlleva provocar un cambio de actitud, mentalidad y predisposición sobre los que quedaron para intentar elevar al máximo posible sus rendimientos y así poder encarrilar un equipo que nunca se logró apoyar en los rieles que llevan a la regularidad. La primera parte ya está. La segunda, veremos.

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